Alejandro Vigil: «El vino siempre fue el eje en mi vida»

Es el enólogo jefe de las bodegas de la familia Catena y uno de los profesionales del vino más premiados y talentosos de Argentina; el año pasado fue elegido por la prestigiosa revista británica Decanter como uno de los cincuenta profesionales que más influyen en los vinos que se consumen diariamente en el mundo.

 

Por Fernando Gabrielli

HIGH: ¿Siempre estuviste cerca del vino?

Alejandro Vigil: Creo que no existe un momento de vinculación. Desde que tengo uso de razón estuve en esto. Mi abuelo era de Sevilla (España) y allá hacían vino. Luego se afincó en la zona de Coronel Dorrego, en Buenos Aires. Como en Coronel Dorrego no podía elaborar vino se fue a vivir San Juan. Él ahí tenía un viñedito, hacía vino y yo lo trabajaba. Cosechaba y también elaborábamos un poco.

H: ¿Alguna vez en tu vida pensaste en dedicarte a otra cosa?

AV: Puede ser que haya tenido algunas distracciones, pero el tema del vino siempre fue el eje de mi vida. Sabía que podía hacer otra cosa, pero que tarde o temprano iba a terminar vinculado al vino. Hacer vino es un oficio para mí y no tiene que ver con una profesión. Yo soy ingeniero agrónomo, pero este oficio es algo que se traslada de generación en generación.

H: ¿En tu casa apoyaban que te dedicaras a la industria del vino?

AV: Mi padre y mi madre son personas de espíritu libre y nunca se les ocurrió ni siquiera decirme qué querían que hiciera.

H: ¿Pensabas que trabajar en la industria del vino podía ser algo rentable?

AV: Nunca lo pensé como algo que fuera o no fuera rentable. Yo sabía que iba a vivir de esto de una u otra forma. Podando, cosechando o como fuera. Nunca me propuse ningún tipo de vida en función de lo material, simplemente lo hice en función de lo que me iba a hacer sentir bien.  

H: ¿En qué momento empezaste a vislumbrar que los enólogos iban a tener el protagonismo que tienen hoy?

AV: Yo creo que ese es un error nuestro. No deberíamos tener ese protagonismo. El vino argentino ha tenido una resonancia muy importante en los últimos años, pero esto no ha sido acompañado por la realidad de lo que está pasando en la vitivinicultura. Hoy estamos inmersos en una crisis muy grave.  

H: ¿Puede ser también que antes se viera al enólogo como un técnico y que ahora se los considere artistas?

AV: Sí, eso ha cambiado. Pero también hay que tener en claro por ejemplo que Gualtallary, en Tupungato, es un lugar que se formó junto con la Cordillera de los Andes. Seguramente ese lugar va a estar ahí unos 100 mil millones de años más. Quien cultiva ahí es una persona con nombre y apellido, pero no es nada. No significa nada en toda esa inmensidad. Es un simple grano de arena. En términos futbolísticos se dice que pasan jugadores, dirigentes y técnicos y lo único que queda es el club. Esto es lo mismo. La figura que se ha armado en torno a los enólogos es algo que no está relacionado con la enología y la vitivinicultura. Tampoco con nuestra cultura de hacer y tomar vinos. Está relacionado a nuevos ideales instantáneos de héroes ínfimos.

H: ¿Es importante que Argentina comience a identificar las zonas de sus vinos?

AV: Fundamental. Igualmente creo que van a pasar más de cien años para que esto suceda realmente. De todas maneras la vitivinicultura argentina evoluciona rápido. Hace doce años en California, cuando conté que hacía vino en Argentina, me peguntaron cómo hacía para hacerlo en la selva. Y también si nuestra capital era Río de Janeiro…En cambio hoy ya conocen nuestro Malbec y hasta zonas como el Valle de Uco. Y sólo han pasado diez años. Hacemos vino hace casi 500 años y en sólo diez hemos logrado que al menos sepan lo que es nuestro Malbec. Si seguimos trabajando con objetivos claros, en referencia a la identificación de las zonas, vamos a lograr algo importante en 100 años.  

H: ¿Te facilita tu trabajo hoy la globalización de las comunicaciones o la facilidad para realizar viajes?

AV: La llegada de grandes de la enología a Mendoza, como Paul Hobbs, Michel Rolland o Atilio Paglia, nos ayudó muchísimo. Pero el acceso a información y a viajar o tener twitter e interactuar con el mundo, es excelente. Hoy podemos estar en contacto con un consumidor de cualquier sitio del mundo.

H: ¿Utilizás mucho las redes sociales?

AV: Sí, todo el tiempo. Incluso hace poquito me pasó algo muy gráfico en twitter que estuvo muy bueno. Yo he hecho un cambio muy grande en mis estilos de vinos.Yo venía de los vinos generosos y corpulentos y con el tiempo me he ido hacia el lado de vinos más finos y con mayor complejidad. Entonces pongo en twitter que un día había probado una gran cantidad de vinos y sólo había podido beber tres. Entonces un seguidor me dice que durante diez años le dije que los mejores vinos eran los de un tipo y que ahora le estaba diciendo todo lo contrario. Que qué tenía que hacer (risas). Eso me hace caer en la cuenta de que los cambios no son de un día para el otro. De hecho lo que estoy haciendo ahora, en materia de vinos, recién se va a ver en el mercado dentro de tres años. 

H: ¿Te llama la atención la trascendencia que ha tomado tu personalidad?

AV: Y, es un poco molesto todo eso. Este es un trabajo más. Yo soy una persona normal. Tengo dos hijos y compro la leche todos los días. No estoy arriba de nada, estoy acá como todo el mundo.

H: ¿Es difícil hacer vinos malos?

AV: Hace unos años muchos vinos sólo servían para vinagre. Pero hoy podés ir a una góndola y sacar cualquier vino y difícilmente no te lo bebas entero. Eso es buenísimo. Hemos mejorado para el mercado interno. La relación precio calidad está bien equilibrada, sobre todo en función de lo que pagás en comparación del placer que produce tomar un vino.   

H: ¿Cómo se logra qué aumente el consumo per capita de vino en nuestro país?

AV: Nosotros, en nuestras casas, siempre vimos al vino como alimento. Antiguamente en una mesa no podían faltar el pan, el vino y el plato de comida. Si faltaba algunas de esas cosas no se comía. El vino era un elemento más de la mesa, como el cuchillo y el tenedor.Tenemos que re impulsar los vinos básicos, sobre todo haciendo hincapié en que el vino es una bebida saludable.

H: El año pasado tuviste la chance de compartir un día en Mendoza con el Indio Solari. La pregunta que nos hacemos todos es si el Indio sabe de vinos...

AV: El tema del Indio Solari nació porque yo tengo una gran relación con Juanchi Baleirón (de Los Pericos). Incluso pasamos juntos fiestas de fin de año. De esa relación se generó el contacto con el Indio. Me llamaron, lo fui a buscar a él y a su familia al hotel donde estaba parando y se vinieron a la bodega (Catena Zapata) todo el día. Él había pedido ir a Catena. El Indio vive bastante en Nueva York y sabe mucho de vinos. De hecho habla y conoce de vinos internacionales, algo muy poco común en Argentina. Es muy buena onda. Íbamos a estar juntos dos horas y nos quedamos hasta las 8 de la tarde.

H: ¿Mantenés contacto con él?

AV: Sí. Es muy buena gente, además es perfil bajo en su vida y eso es lo que más me gusta. Nadie sabe mucho del Indio y eso está bueno.   

H: ¿Por qué tus vinos se llaman “El Enemigo”?

AV: Le puse ese nombre para no olvidarme de lo siguiente: cuando te va bien en la vida, empezás a acomodarte, entrás a una zona de confort y dejás de arriesgar por miedo a perder cosas materiales. Y el gran enemigo que tenemos todos es ese miedo, porque nos paraliza, nos impide crecer.

Ping-Pong

Restaurante favorito: Daniel en New York

Comida Favorita: Lentejas

Un vino: Coliseo-Palo Cortado Jerez

Signo: Géminis

Hincha de: Estudiantes de la Plata

Programa de TV favorito: Los Simpsons

Una marca de ropa: La más barata

¿Quién era tu ídolo de chico?: Mi papá y mi abuelo

¿Cúantos seguidores tenés en facebook?: 3 páginas con 5000 seguidores. Ahora abrí una fan page.


















Un destino para vacacionar: La Serena en Chile y no descarto pequeñas ciudades de Europa como: Porto, Sanlucar de Barrameda o Siena…