Comer en bodegas

Mendoza es una ciudad vitivinícola por excelencia y miles de turistas llegan la provincia para visitar bodegas, transitar viñedos y disfrutar de los mejores vinos del país.

Por Carla Luna
El enoturismo creció a pasos agigantados en los últimos años y justamente las bodegas comenzaron a prepararse para esta apertura con salas de visitas o turismo.
Visitar una bodega trata de disfrutar la experiencia en su conjunto, donde el viñedo y la bodega se expresan a través del momento vivido. Las cocinas de los restó comenzaron con la premisa de tener un espacio donde la gente pudiera comer algo durante su visita. Pero rápidamente el concepto de gastronomía en la cava tomó importancia y los vinos se pusieron en la cabecera. Tanto es así que los restaurantes de bodega generan sus cocinas en función de ello ya el objetivo es hacer lucir a sus vinos.
En sus inicios, el glam del vino se apoderó de este concepto pero el mercado se abrió en una manera sustancial. Actualmente, existen varias opciones. Los menúes de pasos pueden tener entre tres y doce según la intención de exposición de la bodega. Mientras que otras persiguen un plan más tangible con cocina a la carta según el flujo del lugar.
Las bodegas buscan cierta interacción con el turista. Por un lado tienen la posibilidad de que los visitantes pasen un rato de la mañana o la tarde cosechando racimos para después ver el funcionamiento de la despalilladora, la cinta de selección y demás partes del proceso del vino. Y por otro lado está la posibilidad de hacer una especie de día de campo donde los turistas pueden sentarse en el pasto a tomar vino y hacer una especia de pic nic top.