Lorenzo Pasquini: “En Mendoza, hay mucha comunión entre los enólogos”

Lorenzo Pasquini tiene apenas 28 años y desde hace tres, está a cargo del equipo técnico de Cheval Des Andes, una de las bodegas más prestigiosas del mundo. Su padre es médico, pero fueron las vacaciones que pasó en su infancia en la casa de campo familiar, ubicada en el sur de Toscana, que lo […]


Lorenzo Pasquini tiene apenas 28 años y desde hace tres, está a cargo del equipo técnico de Cheval Des Andes, una de las bodegas más prestigiosas del mundo. Su padre es médico, pero fueron las vacaciones que pasó en su infancia en la casa de campo familiar, ubicada en el sur de Toscana, que lo inclinaron por el trabajo en la tierra.


Este “tano” nació en la capital de Italia, Roma, y tras estudiar Viticultura y Enología en la Universidad de Pisa siguió formándose en Burdeos, Francia. Estudió dos años en el Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino y realizó su tesis en agricultura biodinámica. Luego, se radicó un tiempo en Napa Valley, en California.


Llegó a Mendoza en 2014 para sumarse al equipo de la bodega que preside Pierre Lurton. Una vez instalado aquí, el joven pudo desarrollar no solo su amor por el vino sino otras dos pasiones suyas que arrastra desde niño: la cabalgata y la esgrima.


En entrevista con High, conocemos en profundidad al hombre que lidera al equipo que da vida al vino premium más exportado de la Argentina y que en nuestro país se consigue a $1400.


-¿Cuál fue el primer vino que hiciste?


-Un vino importante en mi vida fue Chateau Palmer 2013, de la bodega en la que estuve antes. Fue la primera añada en la que trabajé como asistente enólogo. También el vino que hice aquí, en 2014. Fue mi primer corte y marcó el momento en el que comencé a preguntarme qué era Cheval Des Andes y cuál era el mensaje que teníamos que dar. De todas formas, es difícil decir que uno hace un vino. Es verdad que el enólogo toma muchas decisiones y cuida del vino, pero los vinos que estamos haciendo ahora no tienen mi impronta, es algo que hace el equipo entero.


-¿Cuándo decidiste que querías ser enólogo?


-Mi familia tiene una casa en Toscana, a la que íbamos los fines de semana y en vacaciones. Allí, mi padre plantó un viñedo con la idea de hacer un vino para nosotros. Quería tener una especie de bodega familiar. Cuando yo tenía 16 años, estábamos yendo a ver la primera cosecha y la verdad es que me enganché mucho. Me entusiasmó la idea de hacer un vino de principio a fin. Mi padre es médico, pero tuvo esta iniciativa por apasionado. Hay que sentir pasión para hacer este trabajo porque requiere de mucho esfuerzo y paciencia. Tuve la suerte de conocer esta profesión a raíz de algo compartido con mi padre.


-¿Cómo se da tu llegada a la Argentina? Sobre todo, habiéndote formado en Italia, Francia y Estados Unidos…


- Estando en Napa Valley, pensaba mucho en Argentina. Todos los italianos nos sentimos cerca de este país porque tenemos mucho en común con ustedes: la pasión por el fútbol y el vino. Surgió una posibilidad de trabajar en Cheval Des Andes y vine por una semana, a probar. Fue difícil, pero me quedé.


-¿Encontraste lo que esperabas?


-¡No! (risas). Había visto Mendoza por fotos y tenía en mente un paisaje de sol y nieve en la montaña, pero el día que llegué, llovía de una manera impresionante. Tanto que hasta se inundó la casita en la que me estaba hospedando. ¡No entendía dónde estaba! Al otro día, ya pude ver la provincia por lo que realmente es. Más allá de los paisajes, me encontré con un nivel muy alto y eso sí lo esperaba. Además, aquí se da algo que en otros lados no: hay mucha comunión entre los enólogos. Además, es divertido que todo el tiempo surjan productos nuevos y que la industria esté en constante innovación.


-Acaba de salir al mercado Cheval Des Andes 2013, ¿cómo lo definirías?


-Es una toma de postura. Ha evolucionado en su estilo y hacer eso con una marca tan prestigioso y reconocida, requiere de coraje. Este cambio vino de una conjunción de hechos. Primero, admirar lo que se había hecho por los últimos diez años y, luego, tener la visión de pensar qué se quería para los próximos diez. La idea es acercase cada vez más a la filosofía inicial del Cheval Des Andes: hacer vinos de guarda y con una dimensión de elegancia muy fuerte.


-¿Y cómo es esa elegancia?


-Hablamos de vinos que tienen una gran complejidad en nariz, antes que intensidad, y equilibro en boca, antes que potencia. Esto siempre lo decimos porque es nuestro objetivo final. Estamos tratando de ir cada vez más en esa dirección. La primer añada en la que se notó esto fue la de 2012, pero se trató de una cosecha muy fresca en Mendoza, entonces la del 2013 es más típica. Quisimos reforzar la identidad de Cheval Des Andes y lo logramos.


 


PING PONG 


Una comida: Lasaña ragú


Un restaurante: Siete Cocinas, aunque ya no está más


Un vino: Chateau Palmer 1961


Signo del zodíaco: Piscis


Hincha de: De la Roma y Boca


Programa de TV favorito: Es una italiana que se llama “Roma criminal”


 Una marca de ropa: Levis para los jeans


¿Quién era tu ídolo de chico?: Sí, el cowboy Lucky Luke


¿Twitter, Facebook o Instagram? Ninguno de los tres, prefiero hablar en persona


Un destino para vacacionar: Ponza, una isla en el Mediterráneo


 


Por Florencia Manzur