Rep: “Siempre fui muy rebelde”

Miguel Repiso, más conocido como Rep, viaja seguido a Mendoza y, aunque siempre ofrece alguna clínica, charla o muestra de arte, también viene a reencontrarse con amigos y a seguir inspirándose en el vino, ese que tan bien retrató en su más reciente libro “Tinto y tinta sobre blanco”. Se trata de una obra editada […]


Miguel Repiso, más conocido como Rep, viaja seguido a Mendoza y, aunque siempre ofrece alguna clínica, charla o muestra de arte, también viene a reencontrarse con amigos y a seguir inspirándose en el vino, ese que tan bien retrató en su más reciente libro “Tinto y tinta sobre blanco”.


Se trata de una obra editada el año pasado y que cuenta con 85 ilustraciones, las cuales resultan ideales para lectores y enófilos que quieran saber más de esta bebida o simplemente reírse con ella. Cuesta $319 y se vende en librerías de todo el país.


Si bien Rep estuvo en la provincia varias veces desde el lanzamiento de ese texto, el dibujante de medios como Página 12 y Revista Ventitrés asegura que siempre encuentra motivos para volver y que cada vez se siente más relajado entre nuestras montañas.


Tanto así que, con motivo de la Semana del Malbec en Mendoza, inauguró una muestra con los dibujos originales que componen su libro sobre el vino. La exhibición se puede visitar hasta mediados de mayo, de 9 a 18, en La Enoteca.


En diálogo con Revista High, el ilustrador de 55 años se embarcó en un viaje por su pasado, recordando los primeros trazos que dio sobre cuadernos en blanco, y se animó a referirse al futuro, anticipando que quiere hacer su propia versión de Pinocho.


-Fuiste autodidacta, ¿te acordás cómo empezaste a dibujar?


-Era muy niño. El autodidactismo es algo que se cultiva desde la niñez. Siempre fui muy rebelde y me opuse a todo didactismo. Supongo que dibujé cosas vinculadas a mi mundo interior y a lo que veía. Hacía imitaciones de Hijitus y otros personajes entrañables, pero a la vez era muy protector de lo que sucedía en mi interior, de mi mundo interno. Creo que ser un autor el día de mañana tiene que ver con eso, con ir fabricando desde chiquito un mundo. Es decir, un autor es el que viene a decir una cosa rara o distinta de los demás.


-Decís que eras muy rebelde, ¿en qué sentido?


-Me recuerdo como una especie de pibe bucólico, apocado y retraído, pero es la visión que yo tengo de mí mismo. Cuando lo cotejo con lo que me dicen mi madre o mis amigos de la infancia, opinan que fui bastante sabandija e inquieto. Les creo más a ellos, porque a los ocho años me enamoré de la obra Hamlet, la cual me devolvió una especie de chabón tímido y mirador de su realidad, pero que a la vez estaba loco. Hamlet no es tímido, pero siempre lo vi así. Me identifiqué siempre con la idea de un niño que busca una revista y se queda en un rinconcito.


-A los 14 años, publicaste tu primer dibujo... ¿dónde salió y sobre qué era?


-Era un dibujo sobre marcianos y salió en una revista de Fabio Zerpa, un científico periodista que se dedicaba a los ovnis. Fue en el año 1976. En ese momento, era vanguardista hablar de eso. Caí ahí, como podría haber caído en una revista de caza y pesca o en una de humor. Hubiera mandado dibujos a cualquier revista con tal de verlos publicados. Para mí, fue un hito ver eso impreso. Fue como tatuarme. Iba cada noche al quiosco de revistas para ver si había salido mi dibujo. Sentí que era algo que me quedaba para toda la vida. Ahí, supe que iba a ser dibujante, pasara lo que pasara. Y pasó de todo.


-¿A qué te referís con “de todo”?


-¡A que me pasó de todo! Pasé hambre y todo tipo de vicisitudes. Hubo momentos en los que me fue muy mal y otros en los que me fue muy bien. Pasó de todo. Es una aventura extrañísima ser dibujante, porque te abre todo tipo de puertas, de esas que jamás creí que se me abrirían. Una de ellas fue, por ejemplo, la del mundo del vino.


-Sos admirador y muy amigo de Quino, ¿cómo nació esa amistad?


-Él era un semidiós para mí. Era argentino, había creado a Mafalda y fue el responsable de perfeccionar el gremio al que yo me dedico. De alguna manera, él trajo la inteligencia a la Argentina. No me acuerdo cómo nos acercamos, pero sí recuerdo que yo quería conocerlo, aunque él vivía afuera. Un día, con motivo de una muestra que él hizo, pude entregarle a su esposa un libro que yo había publicado. Era mi primer libro, que salió cuando tenía 24 años. Se lo di, pensando que algún día lo leería y eso se convirtió en él apareciendo en una muestra mía o siendo jurado de algún premio del que participé. Así empezó todo. Sin embargo, creo que la verdadera puerta a su amistad y a su respeto, fueron mis apariciones en el diario Página 12, porque desde el principio fue un ávido lector de ese diario progresista.


-¿Qué se despierta en vos cuando pensás en Quino y el modo en el que te inspiró?


-Al leer mi tira, creo que él fue respondiendo a esos estímulos de un dibujante que, de alguna manera, venía a continuar su legado; un legado moral y social, que la generación anterior a la mía no había seguido. Ellos habían vaciado el contenido filosófico y político del humor gráfico argentino. Si hablamos de generaciones de dibujantes, yo podría haber sido hijo de Quino, mientras que los anteriores a mí podrían ser mis tíos, gente como Roberto Fontanarrosa o Cris. Yo tomé de Quino más que de ellos, porque nunca quise ser gracioso sino reflexionista, y él vio algún tipo de herencia o continuación en mí y de esa manera, empezamos a ser amigos y a compartir cosas íntimas. Hablamos de mujeres, de la Patria, del mundo y de los vinos.


-Creás diariamente dibujos para los medios en los que trabajás, ¿qué pasa cuando no estás inspirado?


-Siempre estoy inspirado. Nunca falla. La inspiración siempre me agarra de la solapa y me hace dibujar. La musa está en mi bolsillo, no tengo ni que buscarla, está en mí. Lo que me cuesta en la vida, son otras cosas.


-¿Cómo qué?


-Me cuesta la concentración. Me cuesta no ser dibujante o curioso. El no trabajar, a pesar de que cada vez busco relajarme más. Me pasa mucho cuando vengo a Mendoza: me relajo cada vez más. Debe ser por los muchos amigos que tengo acá, los recuerdos que conservo y el vino. Cada vez me entrego más al vino.


-¿Qué otras pasiones tenés además del dibujo y el humor?


-El arte es una pasión excluyente, es lo único. Ya sean las artes visuales, el teatro o la literatura. Me cautiva todo lo que tiene que ver con la expresión humana. Luego, está la amistad, desde luego. Lo que no me cautiva es el miedo y es con lo que trato de luchar todos los días. Muchos de mis actos son reacciones al miedo. Eso está en uno y es una gran lucha.


-Quisiste plasmar la historia del vino, el sexo, las bellas artes y la “Divina Comedia”, ¿qué te falta pintar?


-Quisiera profundizar en algunos temas. Acá en Mendoza, por ejemplo, tuve una reunión con 15 bodegueros jóvenes y eso es algo que no puse en el libro. Ese es un nuevo mundo y algo que yo tengo que analizar y ver: hacia dónde va el vino argentino. La “Divina Comedia” la estoy revisando porque la publico este año completa. ¡Hay tantas cosas que quiero dibujar! Ahora me calenté con dibujar a Pinocho. Estoy viendo de qué manera hacerlo y qué vuelta darle. Tengo que decir algo diferente, si no encuentro algo para decir, no lo voy a hacer.


-¿Quiénes te hacen reír a vos?


-El humor tonto me hace reír, el más simple del mundo, que suele ser dicho por gente inteligente. Me hace reír la gente que, siendo inteligente, corre el riesgo de hacer el ridículo contando un chiste que podría ser dicho por un niño. Cuando yo mismo lo hago, me sorprendo a mí mismo.



PING PONG

Un restaurante: cuando vengo a Mendoza, me gusta ir a Montecatini, porque allí hay un cuadro de Oski y en Buenos Aires me gusta Güerrin, porque es la mejor pizza del mundo.


Una comida: la mexicana


Un vino: Cabernet Sauvignon


Signo del zodíaco: Tauro


Hincha de: Boca


Programa de TV favorito: “Peter Capusotto y sus videos”


Una marca de ropa: no soy marquero, pero suelo comprar afuera


¿Quién era tu ídolo de chico?: Hamlet


¿Twitter, Facebook o Instagram?: tengo predilección por Facebook porque uno puede ver más que un simple fragmento


Un destino para vacacionar: Roma, Nueva York o Pinamar


 


Por: Florencia Manzur


Fotografía: Luciano Estevez