Barberías, un poco de bar y otro de barbas

Guapos eran los de antes y parece que los de ahora también…porque se animan a disfrutar de la estética masculina con cuidados que en otros tiempos hasta hubieran sido mal vistos. Así como las mujeres encuentran en el salón de belleza un espacio dedicado sólo a ellas, las nuevas tendencias invitan a los hombres a […]


Guapos eran los de antes y parece que los de ahora también…porque se animan a disfrutar de la estética masculina con cuidados que en otros tiempos hasta hubieran sido mal vistos. Así como las mujeres encuentran en el salón de belleza un espacio dedicado sólo a ellas, las nuevas tendencias invitan a los hombres a volver a las viejas barberías pero renovadas y servicios y atención especialmente pensadas para los intereses masculinos.


Frecuentemente en las peluquerías unisex las mujeres se adueñan del lugar y los hombres quedas recluidos o incómodos esperando sus quince minutos de corte y quizás pensando que quieren huir de ese lugar lo antes posible. Esta situación situación se convirtió en el leitmotive de recuperar  el concepto de las barberías tradicionales. Allí los hombres asistían para su aseo personal para que los afeiten y acondicionen el cabello, generando espacio de interacción social. La moda europea que reivindica el uso de la barba y los cuidados que esta requiere se fusionan con la idea del bar  logrando un espacio ideal para ellos.


En Mendoza aparecen algunos sitios bajo la noción del  club de caballeros, el cual  evoca la antigua tradición de las típicas barberías Inglesas, donde el cliente disfrutaba del arte del barbero. Profesional que no sólo ofrecía un corte, sino diferentes servicios como cuidado de barba y bigotes. Todo esto más un trago para hacer más amena la espera.


Los sábados a la tarde en Godoy Cruz (San Martín Sur 108), más de veinte hombres juegan al pool y toman café o whisky mientras esperan ser llamados por uno de los barberos que con bigotes de prócer, tiradores y corbatas. El espacio se denomina “Buenos Muchachos”. La barra en el medio, un viril decorado y el rock como premisa se cruzan en un ambiente de pocos ruidos pero de charlas amenas, buenos tragos, una cerveza o un habano mientras se espera en sitios acondicionado con pantallas que ofrecen deporte, video juegos, billar o metegol como opciones de entretenimiento. Pese que  el servicio es de frecuente uso, algunos papás la eligen como salida de hombres con sus hijos varones y otros prefieren reunirse con amigos un día previo a una boda siendo un espacio donde charlar sin oídos femeninos.


Aunque la toalla caliente sobre el rostro se conserva, la navaja se reemplaza por técnicas más modernas y se emplean productos especiales para el brillo y suavidad de los cabellos. Además, cada hombre recibe asesoramiento en función de su barba según la fisionomía de su cara. Una vitrina antigua exhibe productos y objetos propios de la barbería mientras que su cartelería atrapa la atención. Los firuletes del cartel, que enmarcan una carabela con barba y jopo, indican que todos los hombres son iguales sin importar raza, color o religión, pero su barba y corte de cabello los hace diferentes.



En la misma línea pero menos popular, Mendoza Barber (Corrientes 67 de Maipú) se apoya en el mismo concepto y recuerda que los barberos en algún momento hicieron trabajo de cirujanos por el manejo de las navajas. De allí proviene el tradicional poste con una hélice de color rojo, blanco y azul. Este nace con una toalla blanca con sangre que señalaba la barbería. Con el tiempo, los franceses le agregan su toque y luego los americanos la hacen giratoria indicando la presencia de una barbería siendo uno de los tantos elementos que recuperan el oficio de la edad media.



En los tiempos actuales, cambia el concepto de cómo el hombre ve su apariencia y las barberías se hacen eco de eso. Pero además piensan en ese club de caballeros que fomenta servicios y un buen momento con actividades que solo le compete a los varones.


 


Por Carla Luna